domingo, 11 de julio de 2010

El Púlpito Espera

Acabó el Mundial y Paul encontró un trabajo mucho más difícil. Hasta ahora, los partidos en Sudáfrica sólo sirvieron como precalentamiento para lo que se le viene: adivinar si la Justicia podrá cumplir con su cometido en un caso de interés público, por ser el sospechoso nada menos que un diputado. Por el momento las apuestas están divididas. Por un lado están quienes hablan de un arrepentimiento sincero, aunque en este caso no bastaría, porque no se trata sólo de bajar unas llaves y pedir disculpas sin recibir sanción alguna. Los hechos acusatorios son serios.
Otros más incrédulos opinan que sería un suicidio pedir el desafuero si de antemano no estuvieran las apuestas a su favor y por lo tanto se trataría simplemente de un "blanqueo".
También están los optimistas, que quieren que la verdad salga a luz: libertad para el acusado o condena para el culpable y sus cómplices. Los negativos también pululan y sostienen que él no es más que el chivo expiatorio, la punta del iceberg que desvía la atención de otros peces más grandes, implicados, que nadan libremente en el mar de la impunidad.
Aunque unos juran la inocencia del sospechoso, tampoco faltan los chismosos, que susurran reuniones secretas con un escribano en el piso 21 de un céntrico edificio.
Hay mil conjeturas y una sola verdad: el pulpo está en aprietos. Ojalá que la Justicia se esmere para que cunda el ejemplo y que los desafueros se produzcan con más asiduidad. Mientras, el púlpito espera.

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